quarta-feira, 16 de outubro de 2013


OUTUBRO

MÊS MISSIONÁRIO

 
 

MENSAJE DEL PAPA Y ORACIÓN COMUNITARIA PARA EL DOMUND
“Siempre debemos tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo”

El Papa Francisco recuerda que la Jornada Mundial de las Misiones de este octubre se celebra mientras se clausura “el Año de la fe, ocasión importante para fortalecer nuestra amistad con el Señor y nuestro camino como Iglesia que anuncia el Evangelio con valentía”.

Y, señala el Papa, “la fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida”. Porque “la misionariedad no es sólo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los “límites” de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer”.

A menudo, recuerda el Papa Francisco, “la obra de evangelización encuentra obstáculos no sólo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces el fervor, la alegría, el coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a la gente de nuestro tiempo a encontrarlo son débiles; en ocasiones todavía se piensa que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad”. Por el contrario, “siempre debemos tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio”. Un Evangelio que no se puede separar de la Iglesia: “Es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial”.

La situación actual es compleja, reconoce el Santo Padre. Pero en esta situación, “donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, comunión, anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación, anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien”. Insiste además en el mensaje para el Domund de este año en una afirmación que ha manifestado varias ocasiones: “La Iglesia – lo repito una vez más – no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién guía a la Iglesia en este camino”.

Más adelante el Papa Francisco señala la especial vinculación de las Obras Misionales Pontificias con el Santo Padre: “La solicitud por todas las Iglesias, que el Obispo de Roma comparte con sus hermanos en el episcopado, encuentra una actuación importante en el compromiso de las Obras Misionales Pontificias, que tienen como propósito animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo”.

El mensaje concluye con la bendición “de corazón a los misioneros y misioneras y a todos los que acompañan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.

 

DE RIQUEZAS Y POBREZAS.

NOTAS DESDE UNA MIRADA EDUCATIVA.

 

Riqueza que empobrece

El escritor afroamericano James Baldwin, precursor del movimiento por los derechos civiles de la población negra, acuñó esta frase tan expresiva: “Cualquiera que haya lidiado con la pobreza sabe lo extremadamente caro que resulta ser pobre”. Cuántas consecuencias, cuántas dificultades arrastra la pobreza no sólo para los que la padecen, sino también para las sociedades que no consiguen poner en marcha medidas para erradicarla.

Desde entre culturas pensamos que la herramienta más eficaz para luchar contra la pobreza es la educación y que apoyar procesos educativos es la mejor inversión para conseguir una mejor sociedad futura. Visto así, ¿no es tan cara la pobreza y tan barata la educación?

Bien es verdad que no cualquier educación nos hace más ricos, más capacitados, más libres. Debemos apostar por una educación de calidad que permita el desarrollo integral de las personas y comunidades, la mejora de sus condiciones de vida y la transformación social. Una educación será de calidad si favorece la apropiación y construcción personal y colectiva de conocimientos, de actitudes y competencias (habilidades) para que las personas sean capaces de mejorar su vida y comprometerse con los procesos de organización social que conducen a la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

No debemos dejar de repetir esa máxima de Fe y Alegría (Movimiento de Educación Popular) que se resiste a dar a los pobres una pobre educación y que entiende la calidad más allá del cumplimiento de ciertos estándares únicos y de satisfacción de expectativas de los usuarios, para ubicarla en un contexto de compromiso social que tiene que ver con los derechos colectivos de igualdad, equidad, justicia e inclusión.

Así, queremos que la educación no cree entes o entelequias separadas de la vida social y, para ello, tenemos que llegar con la enseñanza a aquellas actividades que permita a las personas una vida digna, una alimentación completa, un techo digno bajo el que dormir y un nivel cultural y espiritual que favorezca su desarrollo personal y profesional.

Este cruce entre educación y pobreza, entre herramientas de transformación social y seres humanos, sólo nos puede deparar experiencias ricas y fructíferas. Valga este testimonio de Jorge Cela como ejemplo: “Los pobres me ensañaron a descubrir la fuerza de algunos valores. Durante 25 años he visto un barrio entero reservar en medio de su hacinamiento el espacio para una escuela. Muchas familias llegaron nuevas que quisieron ocupar el terreno. Vendedores ambulantes intentaron montar allí su pequeña caseta, mecánicos intentaron ocuparlo para ganarse la vida arreglando automóviles viejos. Pero nunca se les permitió. El barrio esperó pacientemente a que en cada campaña electoral se avanzara un poco en la escuela. Hasta que hoy la escuela de San Rafael ya funciona. Sus maestras tuvieron que dar clases gratuitamente durante año y medio hasta que llegó el primer cheque. Es la fuerza del valor de la educación, que todos respetan, que convoca con mayor eficacia que ninguna otra institución”.

José Manuel Moreno

 

www.dominicasanunciata.org

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